Cartas de despedida al Baloncesto II
Tras pasar por Estudiantes, inicié un periplo por distintos equipos de la geografía española, dónde jugué al baloncesto sin la pasión y sin el compromiso necesario. Fui víctima de la mentalidad fija que me dominaba en ese momento. Me había empezado a perder, pero retomé a tiempo el camino hacía el bienestar y felicidad
Llevo, querido baloncesto, diecisiete años trabajando a diario para llegar a la conclusión de que lo primero es el ser y luego viene el hacer y el tener. Así entraríamos de nuevo en el camino del bienestar y felicidad, que todos debemos pelear. Pero eso cuando me comunicaron en Estudiantes que quizás era momento de buscar nuevos horizontes, elegí no tomarme esto como un reto. No aplique la mentalidad de crecimiento. Ésta nos puede dar una dimensión muy diferente de las cosas que nos pasan. Esta claro que no era una situación fácil ni agradable. Pero si que podía, si lo que deseaba era seguir en Estudiantes, tomármelo como un reto y trabajar para volver. Demostrarles que podían contar conmigo. Pero decidí tener mentalidad fija y por eso perdí mi camino.
Que malo estoy y que poco bienestar y felicidad
Obviamente elegí entonar el pobrecito de mi y darte la espalda amigo baloncesto. Me enfadé con el mundo, me dije, es mejor que te centres en estudiar. Y me centré en eso y en divertirme, y la verdad que pasaste a un segundo plano. Y eso me hizo polvo como deportista. Si ahora miró hacia atrás me doy cuenta de la importancia de la carrera dual y de la identidad deportiva cuando compites, y me doy cuenta de que si consideramos una identidad y trayectoria paralela entre deporte y estudios y carrera profesional, los impactos emocionales son menores. Yo me perdí este contexto compartido y dejé por el camino parte de mi identidad.
La pregunta de porque lo hice, la contesté en la anterior carta y es que el miedo y la incertidumbre se apoderaron de mí. Y me dejé ir por lo fácil, por el pobrecito de mí, por «esto es mi hobby y nada más». Y me perdí muchas cosas, que ahora no puedo recuperar al mismo nivel, pero que puedo recuperar a otros niveles como entrenador de cantera (sí, soy entrenador de cantera)
El miedo, estímulo para el bienestar o bloqueante
Pero si te quiero decir baloncesto amigo, que el miedo, aunque sigue aquí y no se va, si que le he dicho que deje de tocarme las pelotas tanto. Quiero que me ayude a ponerme las pilas. Y por eso me he decidido a seguir escribiendo esta carta de despedida…como jugador. Porque, amigo baloncesto, no te librarás de mí tan fácilmente. Ahora soy entrenador. Y soy padre de 3 jugadoras de cantera y un jugador de cantera. Así que amigo, he vuelto. Y te anuncio que me estoy encontrando mejor, día a día.
El miedo te puedo bloquear. Si es físico, real, ataque de un león, puede ser detonante de bloqueo o de reacción (estímulo). El miedo existe y hay miedos reales, pero también hay miedos imaginarios, que están en nuestra mente. Puede que lo generen tus creencias. Puede que tu mente te genere pavor a lo que puede pasar en determinadas situaciones. Puedes temer a los juicios que te imaginan que hacen de ti. Puede, simplemente, que ese miedo, lo genere tu mente dualista con ganas de tener el control constantemente. Esto hace que vayamos a lo fácil. Hace que en ocasiones, generemos una mentalidad fija. Que se quiere imponer a la mentalidad de crecimiento. Y ahí, actuamos desde la limitación de nuestro potencial. Hace que no queramos asumir muchos retos. Te has preguntado, que pasaría si empezásemos a entrenar como gestionar esos miedos.
Ser para hacer y luego tener
Si nos adentramos un poco más, he pensado mucho en que soy lo que soy hasta ahora, en parte por el baloncesto. Soy lo que soy hasta ahora porque el miedo ha estado conmigo, soy lo que soy hasta ahora por mis decisiones buenas y malas. Pero es que no soy algo fijo que no puede crecer, cambiar o evolucionar (puedo empeorar también ojo). Así que, amigo baloncesto, los valores que me enseñaste, los métodos y estrategias para afrontar problemas están de vuelta. El trabajo de hábitos, de repeticiones y automatismos, volvieron a mi vida. Me gusta el reto de poder plantearte cosas nuevas, realistas y conscientes. Y esto es algo que tú, amigo baloncesto me diste. Me obligaste a trabajar el respeto, a tenerlo, a ser resiliente y a gestionar mejor las emociones. Y todo esto no lo veía, pero llevo tiempo ya viéndolo claramente.
Empecé a entender en este proceso de transformación, que no soy lo que opinen de mi o lo que logre profesionalmente. Que voy más allá, y eso me supuso empezar a entrenar la mentalidad de crecimiento, viejo amigo. No hago, para hacer y para ser, Soy para hacer y para tener.
Si nada cambia, pero tu cambias, todo cambia
Esto lo decía Marcel Proust. Y en un momento determinado, viejo amigo, noté la llamada del cambio. Si recuerdas las etapas del cambio, amigo mío, estas son 5. Llamada, negación, miedo, negociación y paso a la acción. Y es aquí donde empieza a entrar la transformación interior. Pues bien, tras pasar por todas estas fases, incluida el miedo al cambio, puedo decir que parte de este proceso está reflejado en el método KOMPASS. Y en la próxima carta te escribiré como es posible que llegásemos al Método Kompass, en que consiste. Y para que lo pusimos en marcha.
Una vez aceptado el cambio, pude empezar mi proceso de transformación interior. La manera de entrenar y crecer de los deportistas de élite. Los hábitos, estrategias y fijación de objetivos en el deporte profesional, me están ayudando mucho en la vida personal y profesional. Y como entrenador de cantera. Ya os contaré.
Lo que te confirmo, viejo amigo, es que si soy coach, planificador financiero y Kompasser, mucho te lo debo a ti y al deporte. Continuará…